Hoy Lima amaneció mojado. Llueve, hace horas que llueve. Y el cielo gris no parece haber sido de otro color.
La lluvia me traslada. Miro por la ventana y me acuerdo de mi viaje a Vietnam . Mis días en Vietnam estuvieron marcados por la lluvia. La lluvia era parte del escenario, y esta vez, con un papel de protagonista. La lluvia nos obligaba a correr hasta el siguiente toldo y tomarnos un té mientras esperamos que pare. En todas las esquinas vendían paraguas y también, protectores plásticos para los sombreros cónicos. Pilotos de colores y motos, muchas motos. Los mercados estaban preparados para eso, solo bastaba para que caigan una gota a continuación de otra para que los mercados al aire libre. se hagan techados.
Llueve, o al menos eso anuncia un señor por la radio “Son las 14:45 hs en Lima, llueve en Capital , la humedad es del 90%.”
Me asomo por la ventana, y corroboro lo oído. Llueve. Abro la ventana y dejo entrar ese olor a tierra mojada mezclada con una humedad pegadiza. Respiro, como intentando que cada partícula de aire penetre lo más posible dentro mío. Sacó mi mano del bolsillo e intento que pase a través de la reja de la ventana. Estiro el brazo lo más posible, mi hombro queda en paralelo a la reja. Aún falta un tramo.
Ahora, estiro y proyecto mis dedos, hago fuerza, y finalmente, llegó. La punta de mis dedos logró superar el largo de la reja, y tocar la lluvia.
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