viernes, 19 de junio de 2015

Los recuerdos son esas memorias dulces

Hoy Lima amaneció mojado. Llueve, hace horas que llueve. Y el cielo gris no parece haber sido de otro color.

La lluvia me traslada. Miro por la ventana y me acuerdo de mi viaje a Vietnam . Mis días  en Vietnam estuvieron marcados por la lluvia. La lluvia era parte del escenario, y esta vez, con un papel de protagonista. La lluvia nos obligaba a correr hasta el siguiente toldo y tomarnos un té mientras esperamos que pare. En todas las esquinas vendían  paraguas y también, protectores plásticos para los sombreros cónicos. Pilotos de colores y motos, muchas motos. Los mercados estaban preparados para eso, solo bastaba para que caigan una gota a continuación de otra para que los mercados al  aire libre. se hagan techados.

Viajar a este tipo de lugares  ha sido uno  de los viajes más intensos. Son viajes mentales, dónde la fantasía y la realidad se mezclan como en los sueños. Viajes en imágenes y sensaciones. Como si los músculos se activasen en movimientos imperceptibles para los ojos humanos. Y allí estamos nosotros, Volvemos a caminar por esas calles repletas de carteles en letras inentendibles, el paladar y las manos se adaptan a comer con palitos y cruzar la calle se vuelve una acción de riesgo. La historia y circunstancia  social que nos atraviesa es otra  y uno se adapta a esa lógica. Lima queda atrás. Ahora solo vemos banderas rojas e imágenes de Ho Chi Minh. Me acuerdo de Saigón, de Marguerite Duras y de la guerra. Plantaciones de arroz y resto de una monarquía china. “Indochina”, su nombre me resuena tan lejano  mientras caminamos por la agitada capital, Hanoi.

Llueve, o al menos eso anuncia un señor por la radio “Son las 14:45 hs en Lima, llueve en Capital , la humedad es del 90%.”
Me asomo por la ventana, y corroboro lo oído. Llueve. Abro la ventana y dejo entrar ese olor a tierra mojada mezclada con una humedad pegadiza. Respiro, como intentando que cada partícula de aire penetre lo más posible dentro mío. Sacó mi mano del bolsillo e intento que pase a través de la reja de la ventana. Estiro el brazo lo más posible, mi hombro queda en paralelo a la reja. Aún falta un tramo.



Ahora, estiro y proyecto mis dedos, hago fuerza, y finalmente, llegó. La punta de mis dedos logró superar el largo de la reja, y tocar la lluvia.
Dejo que la lluvia me mojé, aunque solo sean en mis manos. El señor de la radio tiene razón. Es Lima , son las 14:45 hs, llueve y la humedad es del 90 %.  Bajo a prepararme un te, Vietnam quedo atrás.


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